Según un estudio elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD
Las madres adolescentes no creen que su maternidad temprana sea necesariamente un indicador de riesgo de exclusión social, según se extrae del estudio ‘Relatos de madres adolescentes’, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y el Grupo de Estudio sobre la Sociedad del Riesgo de la Universidad de Zaragoza, con el apoyo de la Dirección General de Igualdad y Familias del Gobierno de Aragón.
Los datos de esta investigación, basada en entrevistas en profundidas a 32 mujeres residentes en Madrid y Zaragoza que fueron madres entre los 14 y los 18 años, se han presentado esta mañana en la capital aragonesa en el marco de la jornada ‘Experiencias y realidades familiares de las madres adolescentes en la España actual’.
La jornada ha contado con la participación de los autores del estudio, el sociólogo Alessandro Gentile y la antropóloga Ana Lucía Hernández; la directora de Igualdad y Familias del Gobierno de Aragón, Teresa Sevillano; la subdirectora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD, Anna Sanmartín, y la decana de la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de la Universidad de Zaragoza, Ruth Vallejo.
En España, la maternidad adolescente es un fenómeno poco visible que afecta a casi ocho de cada 1.000 mujeres de entre 15 y 19 años y la tasa de interrupciones voluntarias del embarazo en mujeres menores de 19 años se sitúa en 9,8 mujeres de cada mil.
La evolución de este fenómeno ha sido variable. Entre 1996 y 2008 se duplicó la tasa de fecundidad adolescente (pasando de 7,37 nacimientos por 1.000 mujeres entre 15 y 19 años a 13,3). Entre 2008 y 2015 la tasa ha vuelto a bajar (7,74), pero no deja de ser significativo que se sitúe en los mismos niveles de hace dos décadas.
Por estos motivos, la maternidad adolescente sigue siendo un fenómeno de trascendencia social a tener en cuenta en el establecimiento de políticas públicas referentes a salud sexual y reproductiva, relaciones de género y de pareja y los modelos de planificación familiar y transición a la vida adulta de las nuevas generaciones.
Las mujeres entrevistadas valoran muy positivamente el desarrollo de un amor incondicional hacia sus hijos, con la asunción de responsabilidades como forma de madurez y con el refuerzo de su identidad como mujeres, cosa que contradice la visión tradicional del fenómeno como indicador de riesgo de exclusión social para ellas. Para ellas, la maternidad es una forma de indentificación con sus madres y una confirmación de su feminidad, además de una oportunidad para ser felices por criar a su hijo.
JUICIOS DE VALOR
Por otro lado, las participantes en el estudio señalan sentirse continuamente sometidas a juicios de valor por parte de quienes las rodean, algo que mina su tranquilidad y su motivación a la hora de asumir el rol materno.
Ante esta hostilidad, en la mayotía de los casos se produce un mecanismo de defensa que consiste en ‘sublimar’ su relación de pareja. Muchas entrevistadas consideran que su novio «es todo lo que les hace falta, que él llena todos los vacíos que sienten y que junto a él todo es posible». Para ellas, su pareja es un «refugio» para esconderse de un mundo que ellas perciben como hostil y ajeno. Según los expertos que participane en el estudio, esta dinámica acaba configurando relaciones asimétricas de poder con sus parejas que las hacen dependientes.
Algunas entrevistadas consideran que asumir y cumplir sus responsabilidades de madres de forma modélica es también una forma de reaccionar a esa imcomprensión percibida.
Una vez nacido el hijo, su posibilidad de conciliar las tareas derivadas de su maternidad con las actividades normales de su edad depende en gran medida de los apoyos que ellas consiguen activar. Los relatos insisten en lo que son (adolescentes), lo que quieren ser (madres felices) y lo que hubieran podido ser (sin el hijo). La visión distorsionada del amor por el padre biológico de su hijo o hija altera una toma de decisiones inicial que, en la mayoría de los casos, afectará a su trayectoria en solitario o acompañada de sus propios progenitores.
El estudio confirma que entre las entrevistadas se encuentran discursos ricos en matices que merecen replantear la forma en que se valoran sus experiencias adoptando una mirada más amplia. Desde la decisión de mantener relaciones sexuales sin protección hasta la decisión de emprender la nueva vida acompañada o en solitario existen circunstancias particulares que personalizan el fenómeno.
EDUCACIÓN AFECTIVO-SEXUAL Y EN IGUALDAD
Los expertos que han participado en este estudio señalan que es imprescindile que en la educación se incluya la dimensión afectivo-sexual y la perspectiva de igualdad entre hombres y mujeres para evitar problemas relacionados con la maternidad adolescente.
Unas líneas de prevención que pueden orientar políticas públicas que entienden que la maternidad temprana no debe ser la única oportunidad posible para las adolescentes y que en el caso de producirse un embarazo precoz y decirdir llegar a término no tiene por qué ser una condena para el resto de sus días.
Educar en igualdad significa que en el caso de asumir los riesgos, la responsabilidad que conlleva se reparta entre las dos partes, además de evitar la utilización del sexo como forma de dominio del hombre sobre la mujer.